El caso de Gisèle Pelicot cumple un año –


Por Valeria Cavero-Nota Especial

Hace exactamente un año, un tribunal francés condenó al electricista jubilado Dominique Pelicot por violación agravada contra su hoy exesposa, la gerente de logística Gisèle Pelicot (apellido de soltera Guillou). Entre 2011 y 2020, el sujeto drogó y abusó sexualmente de ella mientras estaba inconsciente. Al principio actuaba solo, pero eventualmente invitó a otros hombres a hacer lo mismo. Pelicot filmó los encuentros, en los que participaron otros 50 criminales. Víctima y victimario llevaban 50 años de casados y tienen 3 hijos adultos.

Dominique Pelicot recibió 20 años de prisión. El dr. Laurent Layet, psiquiatra que lo evaluó, confesó nunca haber tratado con un criminal de perfil similar. Sus cómplices, al menos los que pudieron capturarse, recibieron penas de entre 3 y 15 años. El 19 de diciembre de 2024, el “monstruo de Mazan” pasó a la historia como uno de los peores depredadores sexuales en tiempos recientes, mientras que Gisèle se convirtió en un símbolo de resiliencia y empoderamiento femenino.

El impacto en la población femenina

El caso Pelicot remeció a Francia. Aunque no faltaron los cuestionamientos mordaces e invasivos, no pudieron opacar la empatía que la mujer de 73 años recibió, especialmente de otras mujeres. “Me veo reflejada en ella”, declaró la ciudadana Isabelle Munier, de 54 años, quien indicó además que uno de los condenados era amigo suyo. Es una de las muchas francesas agradecidas con la decisión de hacer público el caso, poniéndolas en alerta y potencialmente evitando situaciones similares en el futuro.

La víctima olvidada

Ahora bien, es justo y necesario mencionar a otra mujer que, junto a Gisèle, vio su mundo derrumbarse ante sus ojos en cuestión de días: Caroline, segunda hija del ex matrimonio. Uno de los descubrimientos más escabrosos, entre el material que Dominique Pelicot almacenaba, fue una carpeta con fotografías de su hija inconsciente, con ropa interior que no le pertenecía. Al igual que su madre, no recuerda lo sucedido. El condenado niega haber abusado sexualmente de ella. Medios confirmaron que también se hallaron imágenes de las nueras los Pelicot, Céline y Aurore, esposas de los hermanos David y Florian, respectivamente.

De acuerdo al medio Vozpópuli, Caroline afirma “(…) haber sido marginada emocionalmente, además de ignorada en momentos clave y utilizada como parte de una narrativa pública que no reflejaba su realidad”. Lamentó el rechazo que, según cuenta, su madre expresó ante su convicción de haber sido agredida por su padre. Se sintió decepcionada porque Gisèle no presionó al depredador a confesar, aunque su hija la apoyó incondicionalmente en el juicio.

Expertos como la psicóloga Bárbara Zorrilla interpretan esta actitud como un “mecanismo de negación” producto del trauma severo y la intensa culpa por las secuelas que la familia padece.

La vergüenza cambió de bando

De cualquier forma, es innegable que este caso puso sobre la mesa un repugnante denominador común en casos de abuso sexual: culpar a la víctima (usualmente una mujer) exacerbando cualquier hecho que pueda haber “provocado” al agresor para cometer el crimen. Bajo el lema “Que la vergüenza cambie de bando”, el caso Pelicot pasará a la historia como uno de los más relevantes para la lucha por un mundo más seguro para las mujeres.

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